La tasa de mortalidad en la primera sala fue del 3% contra el 18% en la segunda sala, una diferencia alarmante si tomamos en cuenta que la asignación de sala se realizaba de manera aleatoria.
La mortalidad se atribuía erróneamente al estrato socioeconómico de los pacientes, entre otras.
El pronóstico de las pacientes que daban a luz fuera del hospital era mejor que el de aquellas que recibían cuidados en el nosocomio.
Esto impulsó a generar un postulado acerca de la existencia de un procedimiento rutinario, efectuado por los médicos y estudiantes, el cual condicionaba la fiebre puerperal y la muerte asociada a ésta.