Esta estrategia fue implementada en mayo de 1847 y después de registrarse un incremento en la tasa de mortalidad por fiebre puerperal de 18% con esta práctica se logró una disminución a menos del 3%.
Pese a lo contundente de sus resultados y a las vidas maternas salvadas, sus observaciones fueron rechazadas y se opusieron a esta práctica debido a que les ocasionaba molestia en los ojos e irritación en la piel de las manos, hasta dejarlas casi sangrando.
El principal detractor fue el Dr. Klein, quien prohibió la aplicación de la estrategia y lo relevó de su cargo.